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jueves, 2 de septiembre de 2010

Isabel Allende y su obtención del Premio Nacional de Literatura


Llevamos un tiempo ya de polémica en torno al merecimiento o no del Premio Nacional de Literatura por parte de Isabel Allende. Hoy lo obtuvo y no puedo negar cierta incomodidad.
En pocas palabras, y como suele suceder con el premio, incomoda la sensación de que el escritor se beneficia (o es víctima, según el filo de la espada) de un tema político, y que al fin y al cabo es la Literatura (personalizable como realidad para quienes nos dedicamos a ella) que pierde ante la confusión entre la obra y su alcance en la sociedad. Más allá de indicar si la obra de Isabel Allende vale o no vale, lo que incomoda es que sea usada como un instrumento. En este sentido, otorgar el premio (y el dinero que el Estado, que atribuye a vida recursos de los habitantes de Chile) a otros escritores pudo tener más sentido. Pero, por otro lado, no tendría el efecto político que implica que un gobierno de derecha lo remita a una escritora que es asociada a la izquierda, subrayando así la pretendida independencia de pensamiento de los gobernantes.
Mi incomodidad se ve acrecentada, claro está, por la imagen de Isabel Allende, radicada en EEUU, recibiendo el premio vía imagen satelital y, entre lágrimas, vilipendiando a sus detractores, ante la sonrisa cremosa de guagua característica de Joaquín Lavín, actual ministro de educación y eterno presidenciable en fracaso.
Hay cierto paralelo populista con la intervención del actual Presidente Piñera con respecto a la construcción de una central termoeléctrica en Punta de Choros. Es inevitable pensar en la obtención del mismo premio por parte de Raúl Zurita, gesto que participó de una imagen corrupta. Son definitivamente dos estilos comunicacionales diferentes.

1 comentario:

pablo minolta dijo...

sonrisa cremosa de guagua... jaja