Estoy leyendo y comentando un libro de Tomás Browne que, al parecer, está listo para ser publicado. Entre sus ciento y tantos textos, me encuentro con la sorpresa siguiente:
Ante el público se dio media vuelta y comenzó a leer su primer poema místico. Él no podía ver nada, excepto a sí mismo en la oscuridad. Entonces las hojas comenzaron a caer, y él en la lectura trataba de atraparlas, pero cuando hubo terminado el poema él abrió los brazos en signo de crucifixión.
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