El mes pasado (julio de 2010) se efectuó una lectura en contra del indulto a violadores de derechos humanos, frente a la Moneda. El acto tuvo un cierto aire de "testigos de Jehová", fue esencialmente simbólico, pero permitió al menos hacer confluir a escritores diversos con una directiva ética clara y necesaria.
La totalidad de textos (que superan los cien indicados) se encuentran en un blog (haz clic aquí).
Mi aporte fue el siguiente:
Púdico y sonrojado cual la sangre,
en el fragor de su pasión se entrega
el hombre contra el hombre –en hueso roto
por otro calcio hasta la astilla y médula–;
turbio y cabreado en contra de la carne
desviste el bruto cuero y se cornea,
traidor, al trizar de cuajo el lomo
al azar ideológico so férula;
no hay gracia para el hombre que se niega
sino olvido y más nada, albor desnudo:
no hay perdón tras la muerte mas refriega,
la guerra que alza pálida su muro
–más talión–, y detrás el ojo, el pasmo,
la gris espera de los ciudadanos.
(Pablo Fante).
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