Cuando leemos (o escuchamos) historias nuestra imaginación se activa y nos hace visualizar, de manera profundamente personal, el mundo un mundo de palabras, que nos resulta sin embargo sensible.
Imaginar es dar cuerpo a imágenes. La palabra "imagen" viene del latin "imago", que señala una imitación, un reflejo de la realidad. La lectura actúa en este juego de espejos entre lo que las palabras cuentan y describen y cómo nosotros luego sentimos y visualizamos esa historia. Intervienen todos nuestros recuerdos, nuestras experiencias, nuestros conocimientos. Se conjuga juntos gracias a lo que hemos visto, oído, olido, sentido, degustado. Todo lo que hemos sentido se activa a través de la palabra (la que sin embargo es inmaterial).
En el fondo, leer es el diálogo enriquecedor con el mundo que hemos vivido y que llevamos siempre dentro.
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