En los meses de estío nuestro temperamento es influenciado por el calor, que para muchos conlleva un cierto sopor y para casi todos las ansias de cambiar el ritmo habitual. Es simplemente un periodo especial del año en que nos preparamos para pasar, si es posible, un tiempo fuera de la ciudad o del pueblo en que vivimos. Recordemos que esto sólo ha sido posible desde los años 1930, cuando las naciones modernas comenzaron a legalizar los feriados legales pagados para todos. Desde entonces, se fue imponiendo la idea que durante las vacaciones lo ideal es viajar y, al mismo tiempo, tener tiempo de ocio.
En este contexto, nuestro ritmo de lectura puede ser alterado por el ritmo de vida. Se suele hablar de lecturas de verano para referirse a novelas largas, en el más puro espíritu decimonónico. De hecho, algunas editoriales suelen publicar estas novelas durante el mes de diciembre, dirigidas al público que busca tomos gruesos y una evasión para los días de vacaciones..
Lo importante es estar conscientes de que en nuestro tiempo libre leemos de otra manera: podemos aprovechar la pausa del veraneo para explorar nuevas vetas lectoras o releer con otros ojos los libros favoritos. Y si viajamos, claro está, aprovechar para descubrir el gran mapa abierto de la naturaleza.
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