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viernes, 7 de mayo de 2010

El libro liberado viaja hacia el lector

La iniciativa de "liberar libros" a través del BookCrossing se origina en la necesidad de que los libros viajen, y que en el hallazgo de un tomo participe activamente el azar. Un libro, si prolongamos la imagen, tiene vida propia (experimenta los cambios del tiempo). Mientras su material resista el paso de los años, pueden trascurrir decenios de lectores diferentes según vueltas y vueltas de la vida e ir envejeciendo gratamente.

Muchas veces, sucede el traspaso familiar y un mismo libro es leído por varias generaciones. Con el paso del tiempo, van apareciendo las marcas características: notas manuscritas en el borde de la hoja o la misteriosa desaparición de algún pasaje (lo que nos lleva a imaginar partes de una trama...). En ese caso, el libro cobra su valor de patrimonio, en cuanto herencia cultural: actúa como testigo presencial de que una familia ha recorrido senderos lectores comunes.

A veces, una familia vende partidas completas de un pariente fallecido y los libros son lanzados hacia los cuatro puntos cardinales, como hojarasca al viento. Pero basta la aparición de un curioso lector para soplarles nueva vida. Quién no ha descubierto alguna dedicatoria personal al abrir un tomo, o algún recorte introducido entre las hojas de un libro comprado de segunda mano.

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